Además, la reconciliación continúa. Más de 34 mil aficionados en el State Farm Stadium de Glendale, aunque con numerosos espacios vacíos.
La redención es absoluta. La versión de este México de Jaime Lozano, rebasa cualquiera de los momentos más lúcidos con Diego Cocca. Sí, los jugadores son una versión inesperada de sus caricaturas ridiculizadas en los amistosos previos y en la Liga de las Naciones.
Un primer tiempo de dominio estéril. De cercar a Haití y levantarle un monumento a su arquero. Henry Martín y sus titubeos, Edson Álvarez y el poste, balones rebotados en cuerpos propios y cuerpos ajenos.
Un primer tiempo de hacer la tarea correctamente. De darle vida al balón por todos los terrenos de la cancha, de acordonar el área, y reclamar momentos de estoicismo cuando los haitianos, ágiles, veloces, potentes, pero atrabancados, dejaban en claro que argumentos tenían.
Es así que al minuto 7 y al ’29, Haití se planta de cara al gol, pero entre remate defectuoso y la puntualidad de Guillermo Ochoa, México conservaba virgen el marcador, más allá de que hay un yerro de Luis Romo al entregar el balón a Guerrier, quien completamente solo apunta al cuerpo del arquero mexicano.
Era una sensación compartida. Entre un México dominante y un Haití amenazante, sólo quedaban la expectativa y las expectaciones por ver quién encontraba la brújula de sus cañones torcidos.
Con el 0-0 escoltándolos al vestidor, se escuchan algunos abucheos desde la tribuna, que presentó algunos huecos, como reflejo de que la reconciliación con el Tri, aún reclama más pruebas de amor.
En el regreso, México se asoma al marcador con inusitada rapidez. Apenas segundos, y despliegue de Uriel Antuna, en una versión exclusiva para el Tri. Balón al área y Henry Martín extiende el pescuezo que había estado contraído. Cabezazo y 1-0.
El 2-0 llega minutos después. Salida desde el fondo de México, en enlaces de primera intención, hasta que Jesús Gallardo llega a fondo, mete potente servicio raso, y anticipa el haitiano Ricardo Adé, a la amenaza de Henry. Héroe por rescatar el balón, villano por refugiarlo en su propio arco. 2-0.
Histeria en la banca de Haití y apuesta en la de México. Julián Araujo ingresa por Jorge Sánchez que ya pintaba de naranja su tarjeta amarilla. Y Jaime Lozano juega una carta en dos terrenos: mete a Santi Giménez ante la ovación general, mientras Henry Martín reposa su ajetreada humanidad, pensando en Qatar.
México se va asentando ante el nerviosismo y la desesperación haitiana. El mismo Chiquito Sánchez que había lidiado en desventaja física, al lado de Luis Chávez, consolidaban en armonía con Orbelín Pineda, hasta que con Haití presionando, Lozano envía a Carlos Rodríguez ára recuperar la calma.
Ya la afición, que había recriminado con vituperios al término del primer tiempo, montó cómodamente su fiesta en la tribuna, con olas y oles, aguardando una nueva hinchazón en el marcador.
Pero Haití estaba lejos de meterse en la tumba. Cobro a balón parado. Jesús Gallardo y Julián Araujo se equivocan en la marca, presionan y saltan. Sin convicción ni atención. Danley Jean remata sólido de cabeza el servicio de Etienne. 2-1, ’78.
La reacción de México fue casi inmediata. Despliegue a fondo por derecha. El iluminado Antuna lanza citatorio a segundo palo. El remate de Santiago Giménez es tan complejo y desesperado como eficiente, para el 3-1 al ’82. La afición pasa de la angustia y la ansiedad a la felicidad. Sin duda, Santi despierta un acogimiento general.
Con el pase a Cuartos de Final, México dispondrá de la posibilidad de hacer rotaciones ante Qatar el próximo domingo en Santa Clara, donde permanecerá hasta el jueves siguiente después del partido de cierre del Grupo B y con destino a Dallas.