Chetumal, Q. Roo. Los tesoros mayas de Quintana Roo, en el Caribe Mexicano, se extienden más allá de los icónicos vestigios arqueológicos de Tulum, con joyas menos populares hacia el sur pero tan fascinantes como son los conjuntos de Chacchobén, Kohunlich, Dzibanché, Kinichná y Oxtankah, que acogieron históricos asentamientos junto a otros como Ichkabal o Muyil.
Estas zonas arqueológicas no solo deslumbran por su magnífica belleza arquitectónica, sino también por sus entornos naturales donde se guardan algunos de los secretos milenarios que caracterizaron a la gran civilización maya, cuya historia y misticismo son un importante nuevo atractivo para los viajeros.
Uno de los enclaves que resumen estas virtudes es el de Chacchobén, surgida como una aldea en los albores en el año 200 a. C., y erigida como uno de los mayores asentamientos del área conocida como “Región de los Lagos». Con una denominación que alude al “maíz colorado”, sus vestigios del complejo cubren unos 6 kilómetros cuadrados, donde destacan conjuntos como el del Gran Basamento, Las Vías y el Grupo II, el cual incluye al edificio de mayor altura, en un entorno en que el se observan diversos tipos de aves como tucanes y aves conoras.
También a unos 70 kilómetros de Chetumal, y con un origen temporal similar sobresale la zona de “Kohunlich”, que tiene al Templo de los Mascarones. Desde su basamento piramidal conserva cinco de las ocho grandes máscaras que la rodeaban, y que representaban al dios solar Kinich Ahau.
Uno de los sitios arqueológico más grandes de la zona, al extenderse a lo largo de 40 kilómetros cuadrados, es el de “Dzibanché”, que consta de cuatro grupos arquitectónicos —Dzibanché, Tutil, Lamay y por último, Kinichná—, con varios templos en los que se hallaron textos jeroglíficos grabados y algunas ofrendas en las cámaras funerarias, como prueba de su papel en la conquista de varios pueblos mayas.
Unido a través de sacbeoob (caminos blancos), Kinichná comparte su estilo de arquitectura, con una imponente Acrópolis de tres niveles, la cual conserva vestigios de frisos hechos con estuco y con motivos solares, donde se encontraron ofrendas con objetos de jade.
Pero también una de las grandes joyas ocultas de la Bahía de Chetumal, por ser la de mayor tamaño, es el sitio prehispánico es el de Oxtankah, debido a que su apogeo durante el periodo Clásico de la cultura maya (250-600 d.C.) permitió a sus grupos dirigentes fungir como rectores de las poblaciones cercanas.
Otros vestigios como los de Ichkabal o Muyil completan los tesoros más desconocidos del sur del Caribe mexicano, con todos los atributos para convertirse en el nuevo polo de atracción para viajeros deseosos de inspirarse por una de las civilizaciones más mágicas y místicas como fue la maya.
Información: Reportur.