No hubo sorpresas en el resultado de las elecciones del domingo pasado. Ganó quien se pensaba ganaría. Aunque la diferencia en la victoria de Manolo Jiménez (PRI-PAN-PRD), en Coahuila, fue mayor a la esperada, mientras que la de Delfina Gómez (MORENA-PT-PVEM) fue menor a lo pronosticado.
Pero la gran nota fue el valor del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), mismo que le dio la victoria a Morena. Sin los votos del Verde –que rondaron 10% del total de los emitidos-, sencillamente, Delfina no habría ganado. Aunque en Coahuila el PVEM no llegó a 3% de los votos y probablemente pierda su registro local, rumbo a la elección presidencial de 2024 este partido se convierte en un activo de la mayor relevancia para Morena. Sin el PVEM como aliado, difícilmente Morena podrá ganar la CDMX, la mayoría en el Congreso de la Unión y la Presidencia de la República.
Así que, el valor del PVEM aumentó de manera importante este domingo. La parte ahora “complicada” es, ¿con qué le va a pagar la 4T para mantener su alianza? La idea original para pagarle era con el Plan B electoral, a efecto de poder transferir votos entre partidos mediante un convenio de coalición: Morena transfiere un equis porcentaje de votos para asegurar que el PVEM tenga registro nacional, a pesar de no tener candidato Presidencial.
Pero el problema es que esta reforma no prosperó a nivel nacional, así que tienen que pensar cómo “compensar” al PVEM por sus servicios electorales. Hasta ahora, la “paga” de la 4T al PVEM ha sido escasa. Sólo le han dado una gubernatura, la de Quintana Roo, bastión en el que radica su dirigente real, Jorge Emilio González. Y el PVEM tiene otro gobernador, el de San Luis Potosí, pero esa entidad su hoy mandatario más bien se la arrebató a Morena, y no fue un pacto partidista.
Si ahora Morena no puede transferir votos, lo único que le puede ofrecer al PVEM para mantener la alianza es darle candidaturas a gubernaturas. La obvia es Chiapas, un bastión del PVEM. En esta entidad, el Verde tiene a dos aspirantes bien posicionados: el senador Eduardo Ramírez, y el diputado Luis A. Melgar. Esto debe poner en aprietos a quien lidera las encuestas de Morena, y es un funcionario ejemplar, Zoé Robledo, también aspirante a la gubernatura chiapaneca, pero me imagino que, además, la 4T tendrá que pactar alguna otra gubernatura de las nueve en las que habrá elecciones, para el PVEM.
Sí, la política es algo totalmente mercantilista. Y el PVEM es muy hábil en ese sentido. Si ese partido pone candidato propio a la Presidencia, es probable que Morena no gane. Y, en cambio, si el PVEM se une a la oposición, la puede hacer ganar. Así que, para la elección de 2024, el Verde se ha convertido en “la última Coca-Cola del desierto”, con lo que varios morenistas estarán incómodos, pero los números son los números.
Ahora, por lo que respecta a la coalición opositora, las cifras marcan que el partido que tuvo un peor desempeño electoral fue el PAN. Tan sólo en el Estado de México, por ese partido votaron 200 mil personas menos que en 2021, y 500 mil menos que en 2018. Habrá que analizar por qué el panismo no salió a votar, pero, así como el PVEM subió su valor y el PRI se mantuvo (en su votación), el PAN tuvo una minusvalía.
Cambiando de tema: Bien por el INE y las autoridades electorales locales, que lograron sacar adelante la elección y los resultados con prontitud. Desde luego que, con márgenes tan holgados en el Estado de México y en Coahuila, todo fue más sencillo, pero hay cosas por mejorar: el voto desde el extranjero fue casi nulo; a los presos que se les permitió votar, al no estar sentenciados, no se les brindó la oportunidad de que su voto fuera secreto, y hay que dar cuenta por qué se dejaron de usar varias máquinas de votación electrónica.
Ahora, todo lo que suceda en los partidos políticos será un round de sombra rumbo a 2024. Ojalá y el INE esté listo para este nuevo proceso electoral, pero aún no tiene los consensos internos para nombrar a su nueva estructura directiva.