En la recta final del partido, la selección mexicana desplegó un ataque incesante y apasionado, donde con insistencia cada oportunidad de igualar el marcador. Cada avance era una demostración de determinación y ganas, con el equipo tricolor lanzándose al frente en busca de redimir el resultado. Sin embargo, la escuadra de las barras y las estrellas, con una defensa sólida, mantuvo su fortaleza en la retaguardia. Cada embate mexicano fue rechazado con precisión, y cada intento de igualar el la pizarra se encontró con la resistencia firme de los norteamericanos. A medida que el tiempo avanzaba, la tensión creció, y los esfuerzos del equipo Tricolor se encontraron una y otra vez con la barrera impenetrable que el conjunto estadunidense había erigido.