EDOMEX.- El 17 de diciembre de 1994, a las 5:00 de la mañana, ella “pasó a otra vida”. Esa es parte de uno de los aterradores relatos escritos por Andrés Mendoza, el feminicida serial de Atizapán, quien documentaba en una bitácora cuando asesinaba mujeres para luego descuartizarlas al interior de un sótano oculto bajo su recámara.
En la hoja de una libreta, escrito con su puño y letra, se lee el nombre de la víctima, su edad, dirección y el peso de las partes de su cuerpo, órganos y extremidades.
“Edad 28 años, vive en Cuautepec, calle González, manz. 21… cabeza 4.5 kilos, páncreas, hígado, corazón, 4 kilos; cada pierna pesa 25 kilos, por las dos… costillas, brazo derecho 14 kilos; costilla y brazo izquierdo pesa 17 kilos; busto 1 kilo y medio cada una”, se lee en el documento que ahora está en manos de la Fiscalía del Estado de México.
Los peritos que trabajan en la búsqueda de evidencias en su casa, ubicada en la calle Margaritas, también localizaron fotografías instantáneas que el sujeto capturaba después de asesinar a sus víctimas; así como videos de él mismo al momento de descuartizarlas en su sótano.
Bitácoras, fotografías y un sótano para descuartizar: así es la casa del feminicida de Atizapán
Ese lugar, una habitación construida bajo su recámara y conectada por una escalera de madera, era donde el feminicida serial mutilaba a las mujeres. Se presume que después las sepultaba en el patio de su casa, donde se han encontrado más de mil 500 restos humanos.
En su casa también guardaba partes de cuerpo y órganos que posiblemente se comía y otros más los conservaba, como cabelleras y rostros de mujer; así como maquillaje, ropa y otros objetos personales de sus víctimas.
Hasta el momento, las autoridades mexiquenses han identificado a cuatro personas como víctimas del feminicida serial, por lo que realizan pruebas genéticas a cuatro familias para determinar si coinciden con las de sus mujeres desaparecidas.
Entre las posibles mujeres asesinadas por el agresor se encuentran Flor Nínive Vizcaíno, desaparecida en 2016, y Rubicela Gallegos, cuyo paradero fue desconocido desde 2019. Las identificaciones oficiales de ambas se encontraron al interior de la casa del feminicida.
También han salido a la luz los nombres de Berenice Sánchez Olvera, quien trabajaba en el bar “El Marinero”; así como Alyn y Gardenia, a quienes el feminicida conoció en el bar “El Barrigón”.
Ambas se sumarían a Reyna González, de 34 años, cuyo cuerpo apareció desmembrado en el domicilio de Mendoza. “La familia de la última víctima está sumamente lastimada. Ese señor era cercano a la familia”, declaró la fiscal de Género del Edomex, Dilcya García.
“Iba incluso a comer a su casa. Allegándose a esta buena voluntad por parte de la familia, pues su última víctima se encuentra en ese estado de indefensión, derivado de la confianza que se generaba”.
El propio feminicida admitió, durante su arresto, que asesinó a 20 mujeres. Con ese registro de la libreta, que data de 1994, el delincuente pudo haber iniciado la masacre desde hace más de 26 años.
Con información de Reporte Índigo