El derrocado presidente Bashar al Assad afirmó ayer que no huyó premeditadamente de Siria el día que los rebeldes tomaron la capital Damasco.
En su primera declaración tras dejar el poder, Al Assad agregó que Rusia solicitó su evacuación de una base militar bajo ataque.
Moscú pidió una evacuación inmediata a Rusia en la noche (del 8 de diciembre)”, declaró.
Una alianza de insurgentes liderada por el grupo islamista sunita Hayat Tahrir al Sham (HTS) lanzó una operación relámpago el 27 de noviembre desde su bastión de Idlib, en el norte de Siria, y tomaron Damasco el 8 de diciembre pasado.
Mi salida de Siria no fue planificada, ni tuvo lugar durante las últimas horas de la batalla, contrariamente a ciertas afirmaciones”, declaró Al Assad en un comunicado difundido por Telegram.
Al contrario, yo me quedé en Damasco, cumpliendo con mi deber hasta la madrugada” del domingo 8 de diciembre, afirmó.
Al Assad explicó que ante el avance de los insurgentes hacia Damasco, se desplazó a Latakia, en la costa del Mediterráneo, “en coordinación” con Rusia, uno de sus aliados en el conflicto, para “supervisar las operaciones de combate”.
Varios países y organizaciones celebraron la caída de Al Assad, pero dijeron que estaban esperando a ver cómo las nuevas autoridades, los musulmanes sunitas, tratarían a las minorías étnicas y religiosas.
Después de 50 años de dominio de la dinastía Al Assad y una represión implacable contra la oposición, las nuevas autoridades intentan tranquilizar a la comunidad internacional.
Casi 14 años de guerra civil dejaron medio millón de muertos y seis millones que han huido al extranjero.
El nuevo primer ministro encargado de la transición hasta el 1 de marzo, Mohamad al Bashir, prometió “garantizar los derechos de todos”.
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