De acuerdo con el famoso portal TMZ, el documento oficial detalla que Fernando falleció el pasado 22 de octubre debido a un choque séptico, una condición en la que el cuerpo, al intentar combatir una infección, sufre una caída peligrosa en la presión arterial, generando un colapso interno.
Al indagar más en las causas subyacentes, se menciona una cirrosis descompensada de origen alcohólico y esteatohepatitis no alcohólica, ambas condiciones que dibujan un cuadro complejo y de larga batalla, donde su cuerpo, como un guerrero fatigado, fue perdiendo fuerzas de a poco.
Una nota al margen del certificado, sin embargo, añade un matiz de misterio y tristeza, al sugerir que Valenzuela podría haber padecido el trastorno cerebral degenerativo Creutzfeldt-Jakob, una rara enfermedad que puede manifestarse sin aviso previo, heredarse o transmitirse por contacto con tejidos infectados. Esta posible condición convierte la historia de su último capítulo en una reflexión sobre las vulnerabilidades que, incluso los ídolos, llevan ocultas.
El eterno ‘Toro’ de los Dodgers de Los Ángeles dejó su huella en la MLB a lo largo de 17 temporadas, jugando para equipos como los Orioles, Phillies, Padres y Cardinals. Fue seis veces All-Star, un símbolo de orgullo para los aficionados mexicanos y un referente en la comunidad latina en Estados Unidos. Aquel joven que en 1981 deslumbró al mundo con su brazo zurdo, ganando el Cy Young y el premio al Novato del Año, pasó a convertirse en leyenda.
Tras su muerte, sus cenizas reposan en el Forest Memorial Park en Hollywood Hills, California, el último lugar de descanso de muchas otras figuras célebres. Allí, su espíritu parece recordar los momentos de gloria y el cariño que millones le profesaron en vida. Hoy, Fernando Valenzuela se ha inmortalizado en el recuerdo y el orgullo de sus seguidores, quienes llevan consigo su legado como un eterno juego ganado contra el olvido.
Fuente Marca