FRANCIA.- La llegada al aeropuerto Charles de Gaulle de París es tranquila, rápida y eficiente. Hay un detalle que llama la atención: el alto nivel de seguridad que existe en la terminal donde llegan los atletas para disputar los Juegos Olímpicos.
Los efectivos de seguridad se muestran serenos, aunque con armas largas y a la espera de la salida de cada una de las delegaciones que arribaron a la capital francesa. Los rondines de la Gendarmería local se llevan a cabo con mesura, pero en estado de alerta para inhibir cualquier tipo de problema de cara a la máxima justa deportiva de la humanidad.
También se constató la presencia militar que resguardaba a los deportistas argelinos, australianos y brasileños. Los soldados portaban armamento de alto calibre y en contingentes de ocho elementos, que caminaban con la firmeza necesaria para lucir intimidantes.
A lo largo de los últimos meses, las autoridades francesas han externado su preocupación ante la posibilidad de atentados terroristas, máxime ante dos conflictos bélica de gran trascendencia como el Rusia-Ucrania e Israel-Palestina.
“Estamos preocupados por las amenazas de terrorismo, especialmente terrorismo islámico, pero también las amenazas de menor intensidad de grupos radicales ambientalistas, extremistas de izquierda y pro-Palestina”, manifestó en junio pasado Laurent Nunez, jefe de la policía francesa.
El blindaje para los atletas ya ha comenzado, desde la terminal aérea, la vigilancia es extrema para resguardar la integridad física de los protagonistas del deporte.
Los elementos de migración no cuestionan a quien llega y se limitan a preguntar cuál será la fecha de salida de la Unión Europea y las labores que llevará a cabo. No más. La entrevista con los oficiales que autorizan la entrada a Francia no dura más allá de los 10 segundos para obtener el sello de ingreso.