CDMX.- Los goles llegaron, al fin, para resolver cualquier tipo de dudas. También, para alejar la presión sobre los hombros de las jugadoras de México y su entrenador Pedro López en la Copa Oro W.
Enfrente, el Tricolor Femenil tuvo un rival con mucha fragilidad, aunada a una inocencia de la cual sacaron provecho las tricolores. Los ocho goles que le metieron, las vestidas de blanco, a República Dominicana aliviaron el desazón del debut ante Argentina (0-0) y, de paso, dieron un paso fundamental para avanzar a los cuartos de final de la Copa Oro W.
Lo que fueron miradas perdidas, llenas de extrañeza y confusión a media semana, ahora se transformaron en alegrías, abrazos y gritos furibundos cada vez que el balón entró en la portería caribeña.
Para que haya una goleada, por lo general, el despertar de las atacantes tiene que ser temprano. El amanecer de los partidos suele ser propicio para tomar confianza cuando la anotación llega. Esa máxima se convirtió en un sustento de la realidad. México, en apenas 12 minutos, encontró la manera de solventar un juego antes de que se pudiera complicar. En un envío de Nicolette Hernández, dicho sea de paso: no llevaba nada, se le escurrió a la guardameta dominicana Paloma Peña, quien sólo extendió los brazos con resignación en cuanto se consumó el gol.
A partir de ahí, los tantos nacionales cayeron en racimo. La Selección Femenil perdió cualquier tipo de clemencia.
Vino un doblete de Jacqueline Ovalle (14’ y 27’), Rebeca Bernal (44’), Diana Ordoñez (45+4), Jasmine Cazares (70’) y Mayra Pelayo (90+3). La canasta estuvo llena y el corazón mexicano contento.
Al final del encuentro, las seleccionadas tuvieron motivos para sonreír. No hay nada como la alegría del triunfo y encontrar la confianza para el duelo más complicado del grupo: contra Estados Unidos, ni más, ni menos.
Con información de Esto